4 de Septiembre 2004

TALANTE

Abandona la rudeza, tú, si vas a entrar


El talante lo es todo.

Talante es levantarse con todo el día por delante, y acometerlo con fe, con entusiasmo, con la disposición abierta de un corazón amable.

Talante es empujar los pesos sin creer que son pesados, sino tendiendo ese raíl por donde –el obstáculo es ilusión– discurrirán ligeros, casi alados.

Talante es burlarse de los muros altos, pues todos conocemos la estrategia con que vence siempre el topo (que es animal muy milenario).

Talante es sonreír con los que ríen, y también con los que no. Talante hay que tener para soportarlo todo, sin dejar uno de mostrarse, también, bastante risible.

Talante es ironizar sin ceder al sarcasmo: distanciarse un tanto por no caer, fanáticamente, en el extremo contrario de lo que se es, sólo para exaltar la diferencia con nuestro remoto adversario.

Talante es mostrarse blando con las materias blandas y duro con las materias duras, moldeándolas todas a la imagen y semejanza, no de uno, sino de ambas.

Talante es la forma más sutil de saber que nada se sabe, y que aun así, es posible comprender y dilatarse: tirando hilillos, aleando materiales, abatiendo la resistencia natural a mantenerse uno en sus trece, y solitario.

Talante es evangelio mundano impartido por el hombre a sus hermanos: el que quiera entender, que entienda; y quien no, que se mantenga, por favor, a cierta distancia. Que en esta tierra ya bastante tenemos con nuestras propias debilidades, para tener que soportar, además, las de lo Alto.

Escrito por JoséLuis a las 4 de Septiembre 2004 a las 01:44 PM