Pocas opciones para las vías altas, cuando han cerrado el acceso principal.
Pocos sustos, tras la impresión aquella en que se te quedó grabado el grito de los iniciados, su carraspeo nervioso cuando te ven dando palos de ciego, esa singladura cuyo motivo sólo tú conoces y que a veces, desde fuera, puede parecer decisión, incredulidad, bagaje.
Pocas bazas en la recámara de la que tanto has abusado, algo normal, si consideramos su capacidad de generación y su enorme retroceso.
Poco aguante, el de tu mentón dolorido por los golpes a traición y los precios no abonados y el laurel enmohecido y la paja seca y el camastro donde quedó tu última muda de piel como una sábana ajustable.
Poco tamaño, poca audancia, valía escasa, arrojo poco, fe tampoco: sólo saña, saña de perder, saña de irse, falta de todo menos de saña, saña, musaraña.
Escrito por JoséLuis a las 21 de Julio 2004 a las 08:43 PM