14 de Junio 2004

Ausente de mi entorno mediado

El azar existe sólo por fuera o sólo por dentro. Para quienes volcamos la ilusión en la raíz y en las hojas (agua oscura a pleno sol), la coincidencia es una trampa del sentido, o un fruto en forma de cepo abierto. Todo existe para sí, y sin tretas.


De la lucidez también se despierta.

Los militantes del Cielo demuestran su convicción socavando todo suelo. La rapiña y el saqueo son sus modos de afirmarse hijos del otro lado.

Rimas imprevistas, asonancias casuales (así en el verso como en la vida).

Dificultades para seguir. Trabas de última hora: en la chicane, dos trenes polemizan sobre las preferencias de paso. El moderno rompecarriles asume sin vacilar su carácter robótico; la locomotora de vapor no es quién para imponer sus humaredas. En la barrera, un guardagujas aovilla la lana que nadie va a cardar (las bufandas han pasado a mejor vida). Los andenes rezuman pasajeros. El retraso es general.

La primera estocada provocó una gran hemorragia. La segunda se tradujo en cortes, arañazos y alguna que otra escoriación. Todo lo que vino después, o tuvo que penetrar una capa de piel endurecida, o se vio fácilmente rechazada por su carencia manifiesta de profundidad.

Para poder atravesar el vacío que nos separa, la cuerda que une nuestras dos orillas no ha de estar ni muy flácida (no me podría sostener) ni tensa en demasía (saldría despedido a gran distancia). La idoneidad de nuestro vínculo la lanza tu mano y la cruza mi pie.

Los lazos del furtivo sólo alcanzan a apresar piezas ya muertas, o muy malparadas. Las trampas atentan contra el interés de su benefactor.

Quien espera, desespera; quien la sigue, la consigue. Dos refranes juegan con mi paciencia a ver cuál de los dos la tiene más larga, la bendita soledad.

Ausente de mi entorno mediado, relativamente inserto en mi circunstancia tangible (la concreción es una de las caras visibles del infinito), pongo proa hacia la línea que se comba a medida que a ella te aproximas. La navegación que emprendo no admite votos piadosos; el destino al que me aboco no conoce la advocación. Todo en el mar es una promesa vaga, y mi chalupa la corta sin herirla. El vacío no sangra; lo etéreo no puede naufragar.

Escrito por JoséLuis a las 14 de Junio 2004 a las 01:39 PM
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