7 de Junio 2004

NUNCA TENDRÉ UNA OBRA

Nunca tendré una obra. Lo que escribí no saldrá de su actual estado insular y silenciado. Mis textos seguirán para siempre en el limbo de su irrupción: rompe y rasga y no sutura, la palabra no plegada en una caja.

Nunca tendré una obra. Seré el artífice de mil fragmentos sin una clave de recomposición. Daré a mi memoria una forma nebulosa y lejana, como si yo hubiera venido aquí a dar testimonio de lo que no hay, o existe en otro lado.

Nunca tendré una obra. La casa que erigí se hundirá, no por falta de cimientos (ninguna los tiene: vivimos en el vacío del fundamento del hogar), sino por no haberse ceñido a las sólitas cuatro paredes, a la caja, como digo. Yo he vivido como he escrito: derramado por los campos.

Nunca tendré una obra. Mis restos serán restos de piel en una playa descarnada. Mis huesos se pulverizarán como si nunca hubieran sido leídos.

Nunca tendré una obra: no reuniré mis pedazos en un todo comprehensivo y comprensible. Quedaré para siempre disperso, dionisíaco y sin interpretación.

Nunca tendré una obra. No habrá redención para mis denuedos estériles y desorientados.

Escrito por JoséLuis a las 7 de Junio 2004 a las 12:43 PM
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