3 de Junio 2004

Conformarse con menos

Si nos asalta la sensación de fracaso, de que hagamos lo que hagamos teníamos que haber hecho justo lo contrario, es porque en la vida uno no aspira a esto o a aquello en concreto: no es la parte hacia lo que tendemos. Puestos a querer, lo queremos todo y —como niños jugando a un juego ancestral y peligroso—, con menos no nos conformamos.

Elegir es cuartearse. Optar nos desmembra. En la irresolución alcanzo a vislumbrar el perímetro total de mi ser no limitado por esto, eso o aquello. Absteniéndome, me dilato.

Al contrario que al emperador, a mí no me sigue los pasos un bufón, sino un ángel o un demonio que, ante cualquier decisión cotidiana, me susurra al oído: “¡recuerda que eres inmortal!”

Calcular: tarea de enanos. Reservarse estratégicamente: conducta propia de un espíritu avariento. Derrochar, volcarse, invertir a ciegas: deleites exclusivos fuera del plebeyo alcance. Despilfarrando mi ilusión, yo me monarquizo.

El suave tedio que me envuelve cuando la partita emboca su enésima variación no tiene nada de aburrido: por el contrario, acumulando notas en la misma dirección, penetro en un mundo diverso, plagado de matices y recovecos inasequibles a la invención melódica (siempre hambrienta de novedades).

Amplias reverencias con todo el cuerpo. Un brazo
desplegado como el aspa de un molino
provisto de alma y calmo.

Barro el espacio con mi gesto agradecido:
con esmero arramblo luces, brillos y destellos
flotantes.

En mi vientre hospitalario hallarán
mucha tela que cortar; en mi pecho abierto
de par en par, una sede expectante
al asalto.

Escrito por JoséLuis a las 3 de Junio 2004 a las 01:46 PM
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