27 de Mayo 2004

Perro amaestrado

Siempre acudo a la llamada de la amistad. Raudo perro amaestrado, mi cola está presta a saludar a quien me busca. Ya sea leal su intencón o torticera, este can no dice no a las manos abiertas (con dedos o sin ellos, qué más da, si la caricia desciende sobre mi lomo crepitante y lo apacigua).

Mi buena voluntad no distingue de oscuros designios ni traiciones antiguas: todo en mí es gran presente desmemoriado; mi carne no discrimina entre lo ocurrido o lo tan sólo deseado.

El amor, en este cuerpo que soy abierto al recién llegado, se conjuga, única y absolutamente, como contacto. Como instante.

Escrito por JoséLuis a las 27 de Mayo 2004 a las 11:52 AM
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