30 de Enero 2004

La primera frase

“Cada vez que empezamos a escribir, tenemos a nuestra disposición el mundo, un mundo dado en bloque, sin un antes ni un después” (I. CALVINO)


La discontinuidad de la nota remite plásticamente a lo uniforme de la creación (a su carácter inacabado e interminable: a su estatuto de ilusión).


Pegotes de cera seca sobre el tapete: posibilidad malgastada en la mañana gris, gris y calma.


A trompicones se desenreda la madeja de los sucesos: una cascada por cada retortijón.


Con firmeza se atan al palo mayor
el que acertó y el equivocado:
desde su acantilado, las sirenas
no podrán diferenciarlos.


La titánica tarea de elevar el día a día al rango de acontecimiento cósmico—la misión de redimirse pelando una patata, o limpiando una sartén.


Entono mis cantos a capella, como invitando a los céfiros a acompañarme.


Viejo para esto—niño para todo lo demás.


La acuidad que cultivo para el análisis de las partes, la menosprecio a la hora de la síntesis final.


Aunar en un mismo trazo / la sensitividad doméstica de una Dickinson y el aliento epopéyico de un Hölderlin —sin perder por ello ni la voluptas del hogar ni la antártica musculación.


El momento inmediatamente anterior al hecho, yo lo venero como un tótem en el que mis sueños arden y se consuman.


Un puñado de frases al levantarse protegerán tus riñones a la hora de caer.


Los coturnos del mensajero, en la mano yo los llevo.


En toda frase aislada y fuera de contexto, el silencio más importante es el que bulle dentro.


Adoptar verídicamente una identidad falsa, o mentir por sistema acerca de la propia y auténtica —en ambos casos, elevarse a la condición de pura hipótesis no contrastable.


Morosamente preparar / la rauda partida.


Volverán las alegres golondrinas
sus nidos a abandonar, en busca
de otros aires, menos propicios
y más joviales.

“En cuanto escribo la primera frase, mi angustia me deja algo parecido a un regusto de sollozo ante una rosa mustia, pues veo que mi mundo ha quedado de inmediato acotado” (E. VILA-MATAS).


“Mi angustia viene de mi deseo de ser yo distinto cada mañana, alguien no atado a la primera frase de sus escritos”.


Para el aforista, toda frase es la primera frase (y la última).

Escrito por JoséLuis a las 30 de Enero 2004 a las 11:14 AM