19 de Diciembre 2005

ANSIA DE HUMO


Para ver algo, tengo que dejar de mirarlo durante un tiempo: de lo contrario, se ciegan mis ojos, incapaces de ver una sola vez lo que perciben continuamente.


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Vida adulta: la triste sensación de no sentirse desbordado por nada, o peor, la firme (e inconsciente) determinación de no serlo.


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El único anciano es el que ya sólo reconoce: para él, todo son ecos.


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Constatado con los años: todo lo que deseaste una vez (incluso distraídamente) se materializa mucho tiempo después, cuando ya te resulta indiferente, mientras que todo lo que perdiste regresa para extirparte la nostalgia que te inoculó en la carne y ahora se queda en la piel.


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Llegan los fríos, y necesito fumar, o quemar una barrita de incienso, o encender una vela. Es cerrar las ventanas y sentir ansia de humo, de vapor, de evanescencia inmaterial rodeándome de espejos.


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Machado en Soria. La apertura de los poros que te provocan los calores sólo cobran sentido cuando se llenan de frío.


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El estrechamiento de tus condiciones materiales (un cuarto diminuto, en un piso pequeño, sito en una ciudad claustrofóbica) sólo te azora en la medida en que tus emociones, pensamientos y utopías también se angostan.


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Soy hipersensible a mi hiposensibilidad, de modo que ya no sé si percibo demasiado o demasiado poco.


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Constato con agrado que (aún) no he perdido la agudeza olfativa —como sí, con ello, retuviese una última baza, tal vez la única importante.


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Lo que enaltece la escritura son los sobreentendidos —hasta el punto que, sin ellos, no hay gran diferencia entre leer y, por ejemplo, comer o ir de vientre.


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Una frase de la que no deduzco, por lo menos, otras diez: una frase frustrada.


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Si actualmente la literatura autobiográfica goza de una demanda creciente es porque el mundo objetivo nos parece cada vez más irreal.


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Incapaz de abrir un paréntesis en la elongada frase de mi vida: en términos gráficos, el único signo que admito es el punto y aparte.


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Lección moral: el agua estancada que no se pudre es la que permanece tapada, o sea, lejos del aire.


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Las estrellas brillan siempre: son tus legañas, que las nublan.


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Debo ir cuesta abajo, pues el paso de los días se acelera y el paisaje deviene más y más borroso…


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Mejor aún que cubrirse tras una coraza es caminar sin ningún arma.


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La vida de la vida (el acto) contiene sólo la mitad de la historia: para consumarla, requerimos aún de la vida de la muerte (la otra mitad: nuestra desaparición).


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El éxtasis consiste en vivir medio muerto: obrar y saber a la vez, existir “como si recordáramos” (Rénard) en un presente completo y, aun así, ágil y dinámico.


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La rueda la ideó su creador, no mirando hacia afuera, sino a su propio interior —liso, móvil y centrífugo.


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Guay con olvidar las evidencias, tras la excusa de que siempre están ahí: uno corre el riesgo de acabar tratando sólo con espectros.


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Lo obvio es la cuna, no la tumba de la verdad.


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El allá: un aquí descuidado.


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Como una aparición recibimos a lo ignoto que asoma por la puerta.


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El mejor método para limpiar una goma sucia es obligarle a borrar un folio en blanco.


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Contra Gracián. Antes cuerdo a solas que loco con todos.


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La reflexión es una modalidad perezosa de la proyección.


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Quien con cojos anda, al año cojea… y al cabo del tiempo, deja de caminar.


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“Hacer el bien, y alegrarse”: para Spinoza tampoco basta con actuar de acuerdo con la razón si detrás no le secundan las vísceras.


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Aspiro a la fruición, es decir, al total consentimiento.


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Nunca nos alejamos de un mal si no es para acercarnos a otro que, por lo menos, nos reporta algún beneficio.


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Muchos sueños hay que inyectarle a mi mente cartesiana para que empiece a ondular…


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Fue emulando como llegué a ser original, y siendo congruente como me perdí a mí mismo.


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Los adultos procrean porque, aunque ya no encuentran modelos a imitar, no renuncian a la pulsión de brindarlos.


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Tiramos alguna que otra vez, y las demás somos empujados. Bueyes de un carro sin patrono, sufrimos la peor esclavitud: tomar una sola decisión y pagar por varios cientos.


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Un año en balde es un campo dormido: nadie conoce su secreto. Imposible averiguar si esconde semillas que empujan o polvo estéril.

Escrito por JoséLuis a las 19 de Diciembre 2005 a las 01:27 PM