6 de Septiembre 2004

REMEMORACCIÓN

Era una pista forestal, una evidencia de tierra no apelmazada que se podía hollar sin gran esfuerzo: por su cauce sencillamente me dejaba navegar, siguiendo el surco que (¡al mismo tiempo) yo continuaba y abría por primera vez. No había otro camino que el que uno, repitiendo, se inventaba. Así es como fui penetrando en la mancha oscura.

Estaba poblada de huellas salvajes: árboles sin corteza casi, remolinos de hojas desventradas, hendiduras a pleno sol, túneles malhadados por hocicos sin cultura ninguna…

Poco a poco, los signos me concernían: el arroyo bajo el puente era un trasunto de mi propia vida, los bárbaros gruñidos del jabalí me comunicaban un mensaje indescifrable… el musgo, los hongos… los caminos perdidos, ese liquen aferrado al gran castaño, aquella choza semiderruida… una fogata apagada, pero de brasa reciente…

Todo bullía en revelaciones, dentro del bosque recién inaugurado.

Continuaba mi singladura. Enormes humaredas emanaban de las matas (el agua caída se sabía de nuevo redimida), pisadas recientes mentían sobre su origen, un pequeño claro se trocaba en panorama al infinito vacío…

Ya la incursión en cielo ajeno poco a poco develaba su carácter esencial: no era adentro, adonde yo me asomaba. En el borde del sendero, una verdad se abría paso: al abismo bárbaramente me convidaba. En ese inocente periplo, yo no era el que emprendía, sino el próximo iniciado.

Su cifrado todavía es inminente, pues no ha sido consumado. Este recuerdo es, pues, activo: hacia mí está llegando (siempre, siempre, siempre…)

Escrito por JoséLuis a las 6 de Septiembre 2004 a las 11:30 AM