10 de Agosto 2004

SONADO

Abotargado, entumecido, con los movimientos muy limitados, reducida la capacidad de maniobra (por decisión ajena o voluntad propia, qué más da, si es el mismo el resultado), insensible a los estímulos, lento en la respuesta, de miras cortas, incapaz tanto de parar como de seguir caminando, ciego el ojo, sorda la oreja, sin acceso a las fuentes ni salida al mar, equidistante entre la vida y la muerte (sin la alegría de una ni la paz de la otra), fuera del tiempo y del espacio (pero sin llegar a lo absoluto: todo muestra ahora un leve aspecto incidental), enquistado, olvidadizo, próximo a la parálisis, braceando en un marasmo de ilógico tedio natural –las grandes demoras provocan grandes socavones–, carente de fe, abocado a un espectáculo en el que nadie puede participar a no ser que se desnude (el atrezzo cuesta demasiado y a sí mismo no se puede mantener), cabizbajo, displicente, sin la sombra de ironía que daría al panorama cierto tono decadente, alelado, con la mirada absorta en batallas ajenas, vencido por exceso de combates (aunque nunca fuese del todo derrotado), incontinente, desdentado, el habla ida, un rictus de asco permanente en los labios, los puños en un ademán de impotencia prolongada –¿o son muñones de unos miembros ya amputados?–, la cara rara, el paso extraño…

Deambulo por los corredores de mi laberinto con el aire de un boxeador sonado.

Escrito por JoséLuis a las 10 de Agosto 2004 a las 12:55 PM