Este puño cerrado
que ves, y donde resido,
se está abriendo con la luz
derramada por ti sobre ella,
sobre la imagen
difusa de tu aparición
–inminente o diferida,
tu voz es todo afán.
Que alcance su natural
condición de palma extendida,
de acariciante
superficie plana y confiada,
es sólo cuestión de tiempo:
lo demás (el cáliz,
los altares, la sagrada forma)
halló sin duda el acomodo.
Expedita está la vía
por donde el verbo se hará carne.