17 de Diciembre 2003

Privilegio de los muelles

Poemas (2002)

1

“Nada detrás de los ojos”:
la sencilla disposición carente
y una ignorancia absoluta
del absoluto palmario.

“Nada detrás de los ojos”:
todo delante, y no el todo
ni el acaso ni el quizás:
apéndices y extensiones.

“Nada detrás de los ojos”,
excepto un espejo chiquito
dispuesto a deslumbrarse por los dos
—por ti, que lo viste sin saberlo
y por mi, que lo sé y no lo vi.

2

Todo lo que pueda ser construido, será construido.
Los espacios vacíos serán llenados.
Las expectativas, colmadas.
Nada que pueda ser hecho quedará sin hacer.
En ningún lugar se pronunciará palabra alguna
de lamento por los sueños inconclusos.
Las frentes ignorarán el sudor.
Los ojos, las lágrimas o el parpadeo.
Por doquier cundirá la sensación de un equilibrio
conseguido a golpes de insistencia.
La tenacidad se verá recompensada
por la abulia de la concreción.
El bostezo reinará macizo, apacible
e incontrovertido.
La inspiración lunar,
refleja por omisión de una luz no apropiada
ni poseída en el acto mismo de ocultarse,
es el sueño inmanente al eclipse total.

3

“Todo es esponjoso apenas se lo mira mucho” (J.CORTÁZAR)


Todo es esponjoso, y maternal
y la M-E-N-T-E perforable, y porosa
a los vientos más propicios
apenas se la deja sola
en el rincón más infinito
de atestada soledad.

Todo fluye, y se detiene
y vuelve a manar como agua o sangre
si los ojos vagan al azar
y la atención se abre
y aprende y no aprehende
más que lo que deja escapar.

Todo está en todo
y TÚ en ninguna parte
--cuando, aislado, participas.
En un páramo desierto
se destilan, se van destilando
las experiencias no usadas,
no conocidas al trasluz de un instante
jamás perpetuado.

4

En un cráter insólitamente avaro,
como si no quisiera elevarse, caen
las gotas que antaño mojaban y ya no
(humedad que los vientos secaron
en plasmación de una inminente sequía).

En una loma erosionada, en un caos
de líneas sin altura, en cientos de paisajes
borrados de los mapas, en diagramas planos
van siguiéndose los sinsentidos,
la falta, las taras,
el apagón.

5

Del lado menguante de la promesa
De la cara oculta que no se muestra

Del arcén, y aun del vado anegado
por los atisbos que no han cuajado

De la implacable propensión a la caída
que los pesos muertos de por sí tenían

Del jazmín tronchado y el cacto roto
De la flor carnívora y el difunto loto

De la concatenación funesta
De la ayuda que no se presta

Del ángel Del odio
Del trajín Del lodo


... de la depauperada
canción no cantada...

6

Perder el brillo
y la rugosidad,
alisarse
bajo el rodillo de los años
y el contacto acre
de la Gran Mole.

Soñar quizás
que se sigue soñando,
y se angosta la aventura
a teñir de rojo el parangón
monocromo del puñal.

Darse de bruces
otra vez, y otra, y otra
y otra con los espejismos
--gemas en la arena fría.

Bajar los brazos:
capitular para poder
volver a lucirse arrugado.

--Tal es el sabido y no proclamado
privilegio de los muelles.

7

Pasmado ante las puertas
medio abiertas, medio cerradas,
voy desgranando una tras otra
las cuentas no saldadas, la lista
de la opción truncada, el quizás,
el tal vez y el todavía.

Absorto en la botella
medio llena medio vacía, me abismo
por las curvas del balance fatal:
imposible decidir el resultado
si prosigue el calvario indeciso
del ahora, los entonces, el ya no…

8

Volátil, el encanto
se desvanece
al contacto de la insidia.
Lábiles
y huidizos, los ensalmos
fracasan ante la incursión.

Poco resiste
el candor--no aguanta
las claridades.

9

No persistente,
horadó la gota
el macizo de la cal.

En nada calculador,
fue cediendo la tarima
ante el peso del aire.

Leve, ligera,
someramente se impone
la enormidad pequeña.

10

Tú también te vas
y al poco retornas
o vienes tan sólo
para volverte a marchar
--rizo inconsistente,
fiasco postrero
de no sé qué afán

No hay superioridad
entre tu inconstancia y las cosas,
ambas el mismo ejemplo
de una ley no declarada:
la que hermana el sí y el no,
el nada distinto de siempre
y el perpetuo todo igual.

11

El lujo de sentirse
triste sin razones,
abúlico ante el exceso
de ventanas abiertas,
desorientado por falta
de la falta real de un norte:
crucificado
en la intersección de la nada
por arriba, nada por todos lados.

12

Los rostros logrados, sorprendidos
en un momento de abstracción,
perviven precintados en su aura.

Los gestos exquisitos,
sublimes--la mejor canción,
siguen vigentes cuando se apagan.

Nada puede contra el halo
de gasas la brutal acometida:

el cerco de llamas no extinguidas
lo cobija, risueño, en su regazo.

13

¡Embriagaos!
Con el agua matinal y el vaho
del recuerdo entre los dedos.

¡Conjugad el aquí y ahora
con el nunca jamás de otrora!

Vivid suspendidos
en el hilo que se teje a sí mismo:

sabed

que está ausente el presente
y no se sacia esta sed

--tal que ayer,
tal que siempre.

14

Que nadie me toque
--dijo el leproso.

Que no sea visto, que nadie
pueda decir que me conoce:
que no perdure mi nombre
y quede de mí tan sólo el polvo.

¡Que el viento me lleve!
--proclamó la hoja
seca de esperar.

15

El implacable dictado
La segura recitación
Sonsonetes
Letanías
Rezos:
conjugándose se desvanece
el verbo no-ser.

16

Atorado en un enclave
sin direcciones conocidas

--aquí todo está aquí,
nada para mañana--

parapetándose
en su desidia protectora, se devana
los sesos el augur:

dice que dirá
en otro momento, en otro lugar
lo que antes se callaba.

¿Qué hacemos?
¿Lo crucificamos
o le creemos?
¿Confiamos
en quien otrora dio en el clavo,
o le ahorcarmos como ejemplo
de futuros adivinos ciegos,
sordos y callados?

Miro al cielo,
doy un paso
y espero
la pública resolución:
efímera absolución
o perpetua condena.

17

Flota a imitación
de las plumas negras, grises y blancas
Oscila en un instante
que va resbalando hacia su fin
Despliégate Vibra Cae
en aguas de limo intacto
Ensueña
Fabula la vida que vives
tú en realidad
Buceando
se eleva el pez-pájaro
hasta el confín de la laguna.
Demasiados añosdemediada
intensidad desbocada por las leyes
centrífugas de la materia.
Exceso de energía
invertida en todas direcciones
y al mismo tiempo.
Acumulación
finalmente abortada: el tiempo
distrae lo que dice concentrar
y al azar entrega la
d-i-s-e-m-i-n-a-c-i-ó-n.

18

No soporta el pleno sol
la emanación horaria--
No admite las injurias
cenitales--Ella reina
sin testigos ni después
en su entreagua.

19

Los mares cerrados se renuevan
por dentro -- por el ombligo
girando sobre sí mismo.

Los puertos crecen interiormente,
añadiendo arena a la arena.

Si madura, el trigo
es abatido antes de la siega,
y la fruta no reverdece
sino en el árbol más alto.

No es clemente el verano
en los bordes del camino.

20

Apartar los pinceles y los colores,
mantener el papel a distancia—
llevar lejos el agua (sobre todo el agua,
el agua sobre todas las cosas):

privarse de la pintura
hasta que lo impregne todo
el sirimiri.

21

Seguir cavando: aguas
más profundas cada vez,
ya sin mezcla, sin arenas
que confundan cielo y mar.

Hundir la pala,
hincarla de nuevo
hasta que, embriaguez
de la caída, devenga remo.

22

¿Qué santo, qué veneración
vendrá a colmar el gran vacío
que deja el desengaño al ocultarse?
¿A quién rezarán los adalides
de la fe sin recovecos, sin otra
ardencia que apagarse
en un mar de cera fría?
¿A dónde irán a morar
las aves del encantamiento cierto?
¿Cómo, cómo darse, ya,
a la inútil abrasión?

23

Gotas de rocío sobre una hoja
reseca por su orientación:
el sol pule todos los rostros
sin prestarles el menor brillo.

24

Basta un gesto,
apenas el ademán
exacto de la promesa,
para rodar
—impenitente—
de nuevo afuera.

Un signo es suficiente,
la presunción quizás,
el parpadeo
incierto de la quimera.

25

El creador de atmósferas envolventes
El que bebe de ellas,
el que bucea por donde las fuentes
El sublime impostor—El dictador
apostado en las gasas:
a ser vapor tiende
el que con nadie sueña,
nada reclama e ignora el yo.

26

La armonía tras la eclosión…

El tintineo inaudible, las brisas
acariciando lo que no se palpa

Un puñado de algodón y el lento
mecerse con la mañana.

Aguas tranquilas:
se deshace el amento
liberado de su vaina.

27

No hay ventolera capaz
de arrastrar esta chalupa
ni un meteoro que la saque
de su tenaz espera de nada

Tan sólo la consabida
cunita del puerto gris:
olas menores la mecen
a medianoche.

28

El glamur de las copas
Una nube volcada
sobre la ciudad a media tarde
Gasas
Gasas y una envoltura
de palabras sin pasión
La telaraña se desvanece
sobre el tejado de cristal
Unas migajas
de vapor que no se cuecen
La dirección
inconcreta, el sentido perdido:
sucesión
de hojas ocres y pardas.

29

Hay días
--como este día
Horas
--la de ahora
y ninguna otra
Instantes: lugares
ESTO Y AQUÍ
Prédica
que aún existe sólo para oprimir
El ahogo de un cielo encapotado
La tortura que dura
Vivencia, no trascendencia
Verano sin verano:

Insolacción

30

Recuerdo un tocadiscos girando,
girando como un vórtice que succiona hacia lo negro

Recuerdo una mesa de madera, y una silla con brazos
que abarcaba de mi ser todo el perímetro,
y un sofá que se hundía y buceaba
por mi alma como un batiscafo.

Recuerdo puntos de luz, e incandescencia por la pared
despellejada, y una tiniebla más allá
de todos que me decía: ven, ven… vienes, vienes…

Recuerdo frío--Recuerdo brasas
Recuerdo mi recuerdo evocando
otra música y la misma,
una fuerza que disgrega y congrega,
una subsumisión
liberadora, un temblor…
antes de ir…
tras haber vuelto…

32

Nunca ha sido contemplada
la estela del vuelo del ave.

Nadie puede jactarse de ver
el camino de la carpa dorada:

Tan impenetrable resulta también
de mis pasos la antigua clave.

33

Agua dulce
Agua clara
Agua y peces detentando la quietud
Agua que se detiene para mirarse
y cristaliza en armonías rojas

Agua a mis pies
y en la palma de la mano:
nubes perlando mi pelo
en el espejo de las mañanas
Agua que yo me invento

Agua marina
Agua que veo
Espuma y brisa
y cantos rodados y exclamación
quieta sin ruido,
hacia dentro: agua seca
por vez primera.

34

Hay en pleno verano
un instante de nostalgia
tan sólo por la nieve.

35

Ya la tierra amarillea:
los brotes que han de venir
serán tardíos de nuevo.

36

Espera,
no vengas: qúedate
donde estás. Permanece
en la distancia necesaria
para añorarte.
Concédeme
el espacio vacío que nos separa,
y en él yo tejeré
la tela que nos enzarce a los dos:
como la araña yo pendo
de cabo a cabo de la mañana.

Mírame,
comprueba cómo me columpio
entre tu ida y tu venida:
yo en el ínterin voy aprendiendo
el valor de tus ausencias innatas.

Da un salto
hacia atrás: retrocede
hasta donde estabas antes de tenerte,
que así yo pueda, de nuevo,
fabular que no existes, y al caer
en la cuenta de la falacia,
congratularme por mi ficción.

Dame un instante sin ti,
hazme creer que no eres lo que eres,
y desea que yo así también lo crea:
sólo entonces, plenamente
anonadados por su no estar,
sabrán de cierto lo que es vivir
tu yo y mi yo engarzados.

37

Las palabras mágicas
El ensalmo y los conjuros
La fórmula que obre el milagro
del todo a partir de la nada
Los términos iniciales,
yo los busco: el primer verso
que me ahínca y desenfunda.

El estado expectante,
la imprecación y sus corolarios:
eso es lo que hay, si no hay
por dónde llegarse afuera,
allá en los confines
donde resuena la otra lengua,
el idioma semiolvidado,
la divina murmuración
a la que el verbo, agotado,
en la ocasión regresa.

38

Interposiciones:
cómo sortearlas, y recobrar
el tacto inmediato,
la pregnancia, los convulsos
despertares en plena noche.

Filtros del agua pura:
quién los removerá, y a cambio
hará de las tripas, corazón:
una montaña de un grano arena,
el cosmos de una insinuación.

Benevolencia--cuándo la hay
en la vorágine de las opciones
todas equivalentes, todas vanas.

Equilibrio--dónde encontrarlo
sin caer en la media aritmética
ni en la fútil ecuanimidad.

39

Sólo la ocasión, la eventual
pleamar de los domingos.
Tan sólo el parpadeo
de un día sin antes o después.

Únicamente un sobresalto,
una pujanza universal, un sinfín
de melodías encadenadas,
un quiero sin querer nada en concreto
--un espasmo, una visión,
una esperanza acaso.

40

Una salita de estar
de la hondura de un aeropuerto:
esa ínfima abundancia
del mar en un dedal,
yo para mí la deseo.

41

Dónde se ubica la partición
exacta de la mañana,
en qué punto concreto el día
se escinde en dos mitades:
aquí la tierra consecutiva,
y allá el cielo simultáneo.

Hasta qué confín remoto
se extiende esta separación
y cuándo acabará la porfía
entre este lado de sal
y aquel reino de aguas.

42

Yo, que no conozco el insomnio, lo imagino
como una autopista sin gasolineras
o como esas semanas en que, cuanto ocurre,
ocurre sólo por fuera
--sin llamarnos a penetrar.

Yo, a quien jamás asaltó un desmayo, sé
que en sus brazos se conquista la calma
y cesa la búsqueda sin objeto de un objeto.

Yo, sin haber experimentado el horror,
me asusto al comprender desde muy lejos,
lo que de cerca no entendería.

A mí, lector de la vida ajena, me atañe tan sólo
la pura suposición de cuanto ignoro.

43

Quiero y no puedo
dejar de querer:
piedra que arde sigo siendo
en la espesura gris.

44

La humedad que lo impregna
todo por las mañanas
El frescor de lo intacto, la suave
impresión de sueño aún no truncado:
los rigores del océano
la orilla fría
el albor.

45

Una columna
de calor se eleva
de la vela en vertical.
No el cielo va buscando
donde disolverse, ni a la dulce
transparencia de la nube aspira:
tan sólo asciende,
se aleja y, subiendo, consuma
su vaga vocación etérea,
su separación.

46

No hay por dónde coger
lo que no prende en ningún sitio:
ignoro cuál es la red
para el pez inexistente.

Nada amenaza
a quien no se muestra jamás.

El domador del silencio
todavía no ha nacido.
Un cerco de llamas
protege los polos fríos:
al no-ser, una coraza.

47

Las cortinas: la espesura
prolifera hacia la luz, y la vela,
y la cubre de oprobio.
El visillo, la enredadera:
miles de zarcillos en ascensión
violenta contra el oro.
Amarguras
de la insana opacidad:
conspiración negra.

48

Oscilaciones de una vela
y su sombra en la pared:
nada concreta, y el tiempo
se devana en copos extáticos.

Ingravidez
entre inútiles suspiros:
las frágiles membranas
del ser están ausentes,
y con el vaho se desvanecen
al unísono las inquietudes.

No hay por adónde ir
desde el albo a ningún sitio.

49

Quién se cae
rodando por la duna hasta los pozos

Cuándo cae:
al amanecer y anocheciendo,
sin tiempo apenas para testar

Hacia dónde se precipita
el cuerpo despojado de su harapo
primario, esencial o falsario

Qué vuelo corto vertical
padece todo amor hacia sus bordes,
qué pulsión telúrica, qué terror:

cuál es su destino, si no gravitan
los pedazos en torno a un centro
absoluto de atracción.


OTROS TEXTOS DEL AUTOR: http://www.sapiens.ya.com/joseluistrullo

Escrito por JoséLuis a las 17 de Diciembre 2003 a las 01:03 PM