"Me encierro en mí mismo como una larva, porque fuera sólo es invierno" (Empédocles)
La mañana
primera de la partida, yo la recreo
con cada ensueño sin posterioridad:
en su isla estéril se conmemora
la condición flotante, el titilar
del penúltimo desgajamiento.
[...]
Para que sea de mi agrado, una casa debe acoger multitud de matices lumínicos: blanco-amarillo al rebotar el sol en las fachadas, dorado cuando arranca el crepúsculo, morados, azules y (ya muy de noche) una no muy acentuada artificialidad eléctrica.
[...]
No es extática, la víspera de la partida
cuya refutación tú ya conoces:
carece de entidad
el abismo del que el fondo ahora divisas.
Expectación falaz,
tú eres el que pones
con una mano lo que con la otra te quitas.
[...]
Lábil, el agua simula su genuflexión: si no le cuesta dejarse encauzar es porque conoce su naturaleza escurridiza, y sabe que podrá escapar.
[...]
Nunca nos bañamos dos veces en el mismo caudal, pero lo hacemos siempre en un único cauce: fascinados por el cambio, nos decantamos inveteradamente por lo exterior y mudable, en detrimento de lo profundo e igual.
[...]
No hay sitio para mí en este valle, no concuerda mi tesitura con la masa coral: yo nací para solista, y entre las cabras / mi rugir se aplana hasta maullido.
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